23 nov 2012

Unidos y organizados, divididos y gobernados…

OPINION
Cuestionar mis ideas y mis líneas de pensamiento de manera permanente contrastándolo con la realidad, afirma mis convicciones ideológicas y las expectativas que tengo de lo que gobiernan.

La estrategia del gobierno nacional es aprovechar la fragmentación de la oposición para instalar a Clarín como la contra hegemonía oficialista. Sin ánimo de hacer una defensa del diario que ha sido, sin dudas, uno de los promotores de las pobrezas argentinas, digo que con mucha astucia el cristinismo heredó de Néstor la estrategia de quitarle a la oposición política, la aspiración de transformarse en una verdadera opción de gobierno.

El gobierno nacional y popular con Néstor Kirchner devolvió el valor a la política y con Cristina se profundizó una estrategia que se encarnó como política de estado. Despojar de potencia electoral a referentes políticos de la oposición. ¿Cómo?, Mientras clarín sea la oposición, la posibilidad de una alternancia política de gobierno seguirá lejana en el horizonte de los que aspiran suceder a la presidenta.

“Unidos y organizados” es la frase de la moneda con la que el gobierno paga a sus adversarios políticos, la misma que al reverso acuña su propósito “divididos y gobernados”.

Cual blanco a embestir, eligen a medios como centro de todas sus criticas, claramente con una intención, desnaturalizar la verdadera oposición política partidaria. En el esquema, que construye el oficialismo, la ecuación es simple, si clarín es la oposición instalada, los referentes políticos de la oposición no tienen chance electoral.

Con astucia el cristinismo trata de correr de la mirada de los electores, los potenciales candidatos que pretendenden disputar poder en las próximas legislativas y suceder a la presidenta en el 2015.

Pero la democracia no sucede cada dos años en la elección; en el medio ocurren cosas, donde el 54 %, en el que el gobierno se refugia en cada comentario, no se mantiene inalterable. A la política hay que honrarla con discusión política y quitar del medio a los interlocutores, transforma a la política en un monologo de autistas.

Eso es lo que provocó la protesta del 8N. Si bien es cierto que la composición de la protesta se conforma por la clase media y media alta, el 8N también tuvo repercusiones menores en otros sectores de la sociedad. La inflación y el trabajo en negro, golpean mucho más a los sectores vulnerables y esto el gobierno lo sabe.

No me siento representado por quienes alentaron las cacerolas el 8 de Noviembre, pero tampoco por este gobierno. No estoy dispuesto a seguir tragándome zapos en nombre del proyecto nacional y popular. Y lo digo con todas la letras, hay cosas de este gobierno que No me gustan.

En lo económico

Se esperaba que con la expropiación de YPF se abasteciera el mercado interno, eso no ocurrió, la desinversión que provoca la perdida de capitales que administraban la petrolera, generó menor producción y aumentó del costo de las naftas.

Aerolíneas argentinas, la empresa modelo que se estatizó, sigue provocando un gasto diario de 3 millones de pesos. Un engendro de La Campora como YPF. Sin decir que la inflación es un problema mayúsculo que se come el poder adquisitivo de los trabajadores.

En lo Institucional

La aprobación del persaltum para avanzar con el desguace de Clarín traerá, a mi juicio, un problema mayor, elevar el poder real de la justicia, a la que se le otorga privilegios permanentes.

La alternancia en el poder es parte de la salud democrática de todo pueblo por lo que la re reelección no puede ser una opción de estudio y especulación para este gobierno.

Que no le aplauda a este gobierno todas sus decisiones políticas, no me transforma en un golpista de derecha. La aplicación de las políticas Cristinistas bajo el lema unido y organizado no me incluyen solo producen el efecto de dividirme y gobernarme.

No son las incapacidades de los rivales electorales los que instalan a clarín como estandarte de la oposición, sino las incapacidades del oficialismo por no reconocer sus torpezas para construir consensos con los que aplaudimos sus aciertos.


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