Para quienes no vivenciamos esa etapa, por haber recién nacido o tener corta edad, lo sentimos de una manera distinta, pero no por ello nos es indiferente.
Una que otra vez hemos pensado que íbamos creciendo en un país en donde quienes de hecho dirigían el gobierno , ordenaban asesinar a personas destruyendo hogares y sembrando el terror, donde chicos de nuestra edad eran arrancados de los brazos de sus madres, donde a las abuelas las que mejor surte tenían les dejaban a sus nietos y les quitaban a sus hijos, donde familias fueron destruidas, donde nuestros padres “los que no se metían” se cuidaban mucho de que decir y con quien andar. El retrotraernos a esta etapa de la historia donde algunos la conocemos por lo que nos contaron nuestros padres o lo poco que en la época escolar podíamos conocer por algunos profesores que se animaban a contar una vez vuelta la democracia, nos hace reflexionar y comprometernos a que todas esas muertes no hayan sido en vano, si bien nacimos en esa etapa oscura de muerte en argentina, crecimos y nos desarrollamos en democracia donde se comenzó a opinar, donde les costó a los adultos expresarse después de tantas mordazas y donde esta nueva generación iba moldeando sus opiniones y hoy no podemos pensar disociar la democracia de nuestra manera de pensar y vivir. Pensar en un gobierno de facto no están en los planes de quienes crecimos en democracia, el cuidarnos que decir y con quien andar no lo dimensionamos de la misma manera que en esa época , defendemos lo democracia opinando ,involucrándonos , participando, accionando, tratando de entender y explicar, siendo buenos ciudadanos, trabajadores, policías, profesionales, políticos y gobernantes. Creo que estos son pequeños caminos para seguir fortaleciendo nuestro régimen democrático, así nuestros hijos se podrán convertir en abuelos de la democracia
Dra. Evangelina Martìnez